viernes, 2 de septiembre de 2011

No me estoy por morir


Quiero decirles, a los que están asustados, que jura mi oncóloga que no me estoy por morir. Ella está preocupada por las secuelas del tratamiento dentro de 15 años… y para eso, entonces, faltan 15 años. Supongo que eso habla de un buen pronóstico.
Por mi parte, no me duele nada, no siento ninguna diferencia entre tener metástasis cerebral y no tenerla. Lo único que me pasa es que empiezo a estar algo paranoica y cualquier uña que se me corta o dolor de cabeza pienso que es el cáncer que se dispara en mi cabeza.
Entonces, aunque suena trágico decir “metástasis cerebral”, prefiero festejar que me siento bien ya que, como dice el neurólogo, “es muy atípico ver un caso así, de una metástasis cerebral tan inicial y sin síntomas”.
Y como entiendo que no me estoy por morir, lo que me angustia es el año que –según me anticipan- estaré pelada. También me angustia pensar en tener que suspender mis proyectos porque me tienen muy entusiasmada.
Quisiera creer que me va a dar el alma para ir a trabajar pelada pero no lo sé… lo dudo. Dudo de todo, eso es lo único real. Entonces, intento seguir escribiendo propuestas para jóvenes solidarios.
No me estoy por morir, coincide mi sabia astróloga. Pero como bien describe, la vida me pone justo frente al lado oscuro, en contacto con la intensidad y con el dolor. El lado oscuro está frente a mí, en la vida que se empeña en ponerme a prueba, en mostrarme la finitud permanentemente, en esa convivencia con la sensación de ser una bomba de tiempo.

2 comentarios:

  1. Es verdad, estas frente al lado oscuro, pero no tengo dudas de que lo cruzaras firme, entera y acompañada por todos los que te aman, por todos los que te queremos y por la inmensa LUZ que tenes en tu interior y que bien sabes generar :)
    MC.

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  2. Otro rayito para allá desde Finlandia, que por poco tiempo está con luz. En poco tiempo entramos en el lado oscuro de la realidad nórdica, y siempre en estos períodos de reclusión que nos tocan aprendemos a vivir plenamente los momentos de luz. Es más a veces hasta los disfrutamos, incluso los extrangeros a los que esto nos pega fuerte. Es algo del ritmo de altos y bajos a los que nos terminamos acostumbrando.

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