martes, 6 de septiembre de 2011

Esto no termina más… ¡ojalá!


Cuando mi historia con el cáncer empezó, quería que todo pasara rápido, dormir un par de meses y despertarme cuando hubiera terminado. Contaba las semanas, y después los días, esperando el momento de escuchar: “tenés el alta, podés olvidarte de este capítulo”.
Pensé que ese día había llegado cuando terminé el primer tratamiento, a fin de 2004, y mi oncóloga me dijo que ya estaba bien, sin rastros visibles del cáncer, aunque había que seguir con controles periódicos.
Una idea parecida se me ocurrió cuando me descubrieron la metástasis ósea en la costilla dos años después. Pero ahí ya sabía que “seguir con controles” no es terminar el asunto: el miedo-angustia-fantasma vuelve con cada resultado que hay que ir a buscar.
Después de ese segundo tratamiento llegó la noticia: la droga monoclonal puede seguir aplicándose (ya sin quimioterapia) en forma crónica para seguir protegida.
Mi cáncer entonces pasó a ser crónico y fui entendiendo que tenía que convivir con el tratamiento, trámites en la prepaga, turnos, clínicas, enfermeras y enfermeros (¡salvadores!), estudios médicos y consultorios varios.
De a poco logré organizarme para tener una vida, incorporando el tiempo dedicado al cáncer.
Antes esperaba terminar lo más rápido posible, pasar a otra cosa. Ahora espero seguir… Paradojas de la vida, o mi imaginación pequeña, se ve que siempre puede venir algo que asuste más, y nos haga desear eso que creíamos que no queríamos…

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