martes, 3 de abril de 2012

Libre de manchas

No dice exactamente eso el informe pero se podría traducir así: la resonancia muestra que mi cerebro, luego del tratamiento, ha quedado libre de manchas. En otras palabras, la radioterapia le ha ganado esta batalla al cáncer de mama, que sigue dando lucha desde distintos lugares del cuerpo, ocho años después de haberse asomado.
Las noticias siguen con buenos resultados en los demás estudios médicos que me estuve haciendo durante los dos últimos meses. Y, finalmente hoy, llegó el anuncio de mi querida oncóloga de “¡seis meses sin controles!”. 
Lo digo así aunque no es literalmente así. Quiere decir, sin controles de cáncer, salvo verla a ella y seguir con mi medicación crónica, que me aplican cada tres semanas. Es una especie de “recreo” -de los más largos del último tiempo-, donde hago lo que hacemos la mayoría, desde cosas médicas como ver al ginecólogo, al dentista o al dermatólogo, hasta trabajar, avanzar en mis proyectos –espero terminar un libro-, irnos de vacaciones o retomar gimnasia.
Y hay más. El pelo me empezó a crecer bastante antes de lo previsto, ya tengo casi toda la cabeza con un incipiente pelo suavecito. Apenas cubra todo, sale nuevo-look-cortísimo, sin pañuelos ni gorros.
Tengo una emoción, una alegría que me cuesta transmitir y mucho más poner en palabras. Miro los últimos seis meses y vuelvo al blog porque necesito compartir esta buenísima noticia con cada uno de los que me leyeron, comentaron, escribieron, acompañaron y apoyaron. Todos sumaron mucho más de lo que puedo expresar. Espero que lo sepan y les alegre el corazón como me hicieron sentir a mí en cada momento.
Tener seis meses por delante sin buscar resultados sobre cáncer me da una enorme felicidad. Será la felicidad de la ignorancia, del no saber si algo está bien o mal, de poder ni pensarlo. En mi caso, es un montón de tiempo. Y empieza ya. Escribiendo. Agradeciendo. Planeando un viaje por un par de días con amor, amigos y mar. Celebrando.
En paralelo, para no olvidar, mañana me toca el turno en la clínica oncológica para mi aplicación habitual.
La vida. “Una fiesta”, como dice mi querido amigo Juan Alejandro.