domingo, 2 de octubre de 2011

Estoy radiante

“Estás radiante”, me dice GonG al despertar, y se ríe. Estoy radiante en tanto soy radiada, e irradio. 
Por mi parte, ¡agradezco los domingos! Un día sin aplicación (ayer sábado), después de pasar la segunda semana de radioterapia cerebral y me siento mejor. Aunque no usaría la palabra “radiante”, como la hubiera entendido antes de estar efectivamente radiada.  
Me vuelve la energía después de una semana intensa. Con una madrugada de dolor de cabeza horrible. Tanto que pensé en abandonar el tratamiento, y hasta se lo propuse a mí oncóloga M., con la ilusión de que "quizás ya me curé". Pero no hay caso. Agua (ntar) y ajo (derse). O más medicación. La sola idea ya me hizo sentir mejor… sin tomar nada.  
Algunas mañanas me levanté con náuseas y en las horas post-aplicación, a la tardecita, son cuando peor me siento. Luego los días pasaron bastante bien, con siestas largas y una sensación de inestabilidad (quizás más por el miedo de que me pase algo), como aletargada. 
Mi pelo sigue en su lugar, resistiendo aunque apagado, diría. Y estoy algo hinchada pese a que bajé dos kilos (gracias a la dieta que nos prepara Angelita, con amor y dedicación en bandejitas).  
De a ratos logro concentrarme y, de a poco, avanzo con el libro que vengo escribiendo desde hace tiempo. Ayer hice un nuevo récord en el sudoku, nivel hard :)
Armar planes se me hace difícil. Todavía no me organizo, tiendo a quedarme en casa y siento que duermo tantas horas que no me queda tiempo.  
Este recreo de fin de semana me resulta una señal de esperanza. Me dice que, cuando termine el tratamiento, me voy a sentir mejor. Me resuena el texto de una nota sobre la esperanza que me mandó hace unos días mi amiga Teresa: “estado de ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos”. Y sigue: Las personas optimistas o esperanzadas tienen mayores recursos y posibilidades para afrontar situaciones de estrés, vencer obstáculos o limitaciones. La esperanza fortalece el sistema inmunológico y, de este modo, ayuda a prevenir y curar enfermedades. La esperanza, además, promueve el encuentro, la convivencia placentera y sostiene las relaciones positivas. Así es como se logran personas, familias y comunidades saludables”. 
Hoy le pongo mis fichas a la esperanza, y sigo aprendiendo paciencia, ¿habrá cursos de paciencia? Después de esta, quizás, me recibo de docente y empiezo a dar uno… ¡una idea!

3 comentarios:

  1. Que bien te queda la esperanza!
    :)
    MC

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  2. Se me ocurrió pensar que la esperanza es el vestido y la carroza para ir a la fiesta, como en el cuento. Y aunque haya un relapso después de las doce...y tengamos que lidiar con las hermanastras, al final seguro, nos casamos con el Príncipe.
    Que es lo que queríamos demostrar, Sr. Pítágoras...
    Estoy segura. Segura.
    Besos...
    y cuánto menos que falta...uff.

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  3. Y Yani, cuánto falta? Aunque habría que no preguntar, para que cuando se termine nos sorprenda.
    A la esperanza me la imagino verde esmeralda y vos?

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